Tarde te amé, hermosura tan
antigua y tan nueva, tarde te amé!, repito como San Agustín.
En Jesús encontré la paz y fuerza necesarias para poder caminar en esta vida peregrina.
Su amor y misericordia están siempre presentes. Permíteme reconocerte, Señor, en lo poco y en lo mucho.
Si Tú lo quieres,... yo también.

sábado, 8 de abril de 2017

Amigo querido

En la claridad de un nuevo día. En la oscuridad de la noche.
Es el Señor Jesús quien permanece con nosotros.
Aquel divino Maestro que resucitó a Lázaro, quien lloró por su muerte.
Entiende nuestros pesares.

Sabe de hambre, de sed. De frío y calor. De cansancio.
De miedo y abandono.
De obediencia, fidelidad y de la fortaleza que viene de lo alto.

Aquel Nazareno, amigo de tantos. El Amor del Amor.
El Creador del cielo y de la tierra. Se hizo hombre y habitó entre nosotros.

Su misericordia es grande. Y nos deleitamos en su Corazón.
En su bondad y dulzura.

Reímos con Él. Lloramos con Él.
Nos abrazamos a Él.

Insondable abismo de Amor y compasión.
Me basta tu gracia.


Su amor por ti es evidente. Real.