Tarde te amé, hermosura tan
antigua y tan nueva, tarde te amé!, repito como San Agustín.
En Jesús encontré la paz y fuerza necesarias para poder caminar en esta vida peregrina.
Su amor y misericordia están siempre presentes. Permíteme reconocerte, Señor, en lo poco y en lo mucho.
Si Tú lo quieres,... yo también.

miércoles, 28 de febrero de 2018

Nunca es tarde

La misericordia de Dios me ha permitido sentarme nuevamente a escribir.
Sucedieron muchas cosas en todo este tiempo que minó las fuerzas de mi abatido
y cansado espíritu y mi capacidad para continuar con todo.
Eso es lo que siempre pensé...

Pero hoy creo que fue mi debilidad la que me alejó.
No tuve la claridad para ver que si quería podía...
Permití que las contrariedades me abajaran y alejaran de mí mis más grandes aspiraciones.

Pero, qué podemos decir o asegurar nosotros de lo que acontecerá hoy más tarde,... o mañana?...
Todo está en manos de la Divina Misericordia. Y Su voluntad siempre será que nos levantemos, que sigamos. Que recapacitemos y enmendemos nuestro camino...
A veces quizás la misión nos resulte muy pesada..., pero Él no nos dará más de lo que podamos resistir...

Nunca es tarde. Recuérdalo.
Aún estás a tiempo de comenzar nuevamente o de continuar aquello que dejaste pendiente durante tanto tiempo...
Yo te lo digo..., yo que soy una sobreviviente de lo que pensé era mi más grande prueba...

No sabemos lo que viene, pero conocemos lo que tenemos:
A Cristo..., Redentor del género humano que está desesperado porque estemos a su lado.
Déjate encontrar..., no te alejes,... deja que su Divina Misericordia y Amor te cubran y transforme tu vida...
Sólo así podrás arribar a buen puerto,,, y habrá valido la pena todo....,
habrá valido la pena vivir.