Tarde te amé, hermosura tan
antigua y tan nueva, tarde te amé!, repito como San Agustín.
En Jesús encontré la paz y fuerza necesarias para poder caminar en esta vida peregrina.
Su amor y misericordia están siempre presentes. Permíteme reconocerte, Señor, en lo poco y en lo mucho.
Si Tú lo quieres,... yo también.

jueves, 23 de marzo de 2017

Tú, Señor...

Eres Tú, Señor, quien me levanta de mis miserias.
Aquel que me observa siempre clemente, quien me espera tan pacientemente.
Me rescatas de mis oscuridades y permaneces siempre fiel a mi lado.

En mis tantas soledades, eres Tú quien me acompaña.
Quien me susurra al oído: Yo te amo...
Si caigo, allí estás Tú para hacérmelo ver y llamarme a la reconciliación.
Si me envanezco, te encuentro en mi debilidad, porque no quieres que me pierda.

Tus palabras. Las imágenes difusas pero reveladoras que me descubres al cerrar los ojos...
Tú, Señor, eres la Misericordia misma, el más dulce Manjar de Amor que jamás se acaba.

Infinita e Insondable Misericordia Divina...
Eres la Luz que resplandece ahora. Y lo serás hasta el fin de mis días.



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