Tarde te amé, hermosura tan
antigua y tan nueva, tarde te amé!, repito como San Agustín.
En Jesús encontré la paz y fuerza necesarias para poder caminar en esta vida peregrina.
Su amor y misericordia están siempre presentes. Permíteme reconocerte, Señor, en lo poco y en lo mucho.
Si Tú lo quieres,... yo también.

jueves, 22 de octubre de 2020

Fue todo por misericordia

 Por misericordia divina es que me encuentro aún de pie.

¡Todo vale la pena! Tus manos cansadas, tus ojos que buscan sonreír.
Tus miedos, ¡que se disiparán ante la misericordia del Altísimo!

Porque su amor es tan grande que envió a morir a su propio Hijo 
para pagar por nuestros pecados.

¡Nada es para siempre!
Solo su amor es infinito. 

Y su casa del Cielo nos albergará, algún día, ¡por los siglos de los siglos!






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